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9 ene 2023
Los pellets, esas virutitas de madera que cada vez se utilizan en más hogares españoles para encender la estufa o como combustible para las calderas, son una fuente de energía cada vez más popular y el papel de España en su comercialización no para de crecer.
Los principales factores de este ascenso son dos: el creciente peso de la energía de la biomasa, que supone un 60% del total de energías renovables empleadas en Europa, y, lo que es aún más importante a corto plazo, la invasión rusa de Ucrania, que ha tenido en jaque al mercado energético europeo desde el primer día. En abril de 2022, la Unión Europea establecía en su quinto paquete de restricciones a Rusia que "estará prohibida la compra, importación o transferencia, directa o indirecta, de bienes que generen beneficios significativos" para ese país. Y esto incluye el pellet, ya que Moscú es el máximo proveedor de este combustible al continente europeo. Entre 2016 y 2021, la cantidad de pellet importada desde Rusia aumentó en un 147,6%, hasta situarse en 1,9 millones de toneladas.
Eso significa que, de los 5,4 millones de toneladas importadas en Europa, un 36,1% procedía de este país. Si sumamos a esta cifra las importaciones de Ucrania, país cuya producción ha quedado diezmada, y Bielorrusia, otra potencia sancionada por la UE, asciende hasta un 54,9% del total. Estas medidas han afectado de forma directa a países como Reino Unido, Países Bajos, Italia o Bélgica, que eran los principales compradores de este producto.
En Londres, la cantidad de pellet importado se ha multiplicado por nueve en la última década, hasta superar los nueve millones de toneladas, según datos de Eurostat. Italia sigue un camino similar al británico, al tratarse de consumidora histórica de este material, principalmente para consumo doméstico. En Países Bajos y Bélgica, la situación toma un matiz diferente: al ser naciones con importantes puertos comerciales, parte del pellet ni siquiera se queda en el propio territorio, sino que se exporta a otros países.
Esto se puede observar en los datos históricos para ambos territorios, que no muestran una tendencia clara a lo largo de los años. La fiebre por este combustible también ha provocado otros escenarios. En Alemania, la producción de pellets, siguiendo a Eurostat, se ha disparado desde que, en 2009, el Gobierno instara a todos los hogares a incluir sistemas de calefacción propulsados por energías renovables.
Así, entre 2011 y 2021, aumentó en un 178,7% y se situó en 3.353 millones de metros cúbicos. Algo similar ocurre en otros países con un fuerte peso del sector maderero, como Letonia, Suecia, Austria o Francia. En este último caso, aunque sí que hay un aumento considerable de la producción, la demanda es aún mayor tras las medidas impulsadas desde 2018 por el Gobierno para apoyar la biomasa.
Alemania reduce los cargos de las renovables para abaratar el recibo: "Son competitivas" Cotizalia ¿Y cuál es la situación de España? Aunque no se encuentra a la altura de Rusia o Estados Unidos, nuestro país ha conseguido hacerse un hueco en la última década, sobre todo en mercados ya asentados, como el italiano, y en otros en expansión, como el francés.
Durante los últimos seis años, el incremento interanual de las exportaciones rondaba el 6%, según cifras de Eurostat. Pero el año pasado, con datos hasta octubre de 2022, el crecimiento fue del 126% respecto al mismo periodo de 2021, tal y como muestra la Cámara de Comercio. Francia, Italia y Reino Unido, los principales importadores de pellet español, han incrementado sus compras en el último año. Entre 2021 y 2022, las toneladas exportadas hacia París han crecido un 148%, mientras que en el caso de Roma y Reino Unido el incremento ha sido más moderado. También se han abierto nuevos mercados como el alemán, el belga o el sueco, donde la tasa de crecimiento supera el 1.000%, ya que el año anterior el intercambio era casi inexistente.
Portugal sigue una tendencia similar: de las 1.078 toneladas adquiridas a España en 2021, se ha pasado a 16.587. Pero este caso tiene algo de excepcional. El país luso cuenta con grandes plantas dedicadas a la exportación y sus principales objetivos son Reino Unido y Dinamarca, a los que consigue acceder con un producto de "menor calidad" y a granel, en palabras de Fernando Hernández, secretario técnico de la Asociación Española de Empresas Productoras de Pellets (Apropellets). Esta competencia "ha hecho sufrir" al mercado español, afirma Hernández.
Sin embargo, el experto advierte de que la rápida expansión de la biomasa en los hogares de todo el país hace que, en ocasiones, resulte más conveniente comprar el producto en España que transportarlo a través de todo el territorio luso. Aun así, ha sido el veto al pellet ruso el que ha hecho el agosto para los productores españoles, y nunca mejor dicho. La temporada de pellet en España suele discurrir, principalmente, entre los meses de otoño e invierno, con un valle algo pronunciado en primavera y verano.
Sin embargo, la ausencia de Moscú hizo sonar las alarmas en muchos países europeos durante la época estival, lo que los llevó a recurrir al producto español como alternativa. Incluso Lituania y Austria, países con fuertes industrias madereras, adquirieron pellet español a partir de abril del pasado año y las transacciones siguieron manteniéndose, como mínimo, hasta octubre de 2022, última fecha disponible para estos datos. Reino Unido podría romper este año la tendencia que se impuso tras su separación de la UE en febrero de 2020. Desde este año, la exportación de pellet español no ha hecho más que disminuir, especialmente desde Galicia, de donde procedía la mayor parte del producto.
En 2017, 32.964 toneladas de estas virutas de madera salieron de los puertos gallegos a las islas británicas, con un valor de unos 3,9 millones de euros. En 2021, no se llegó a las 10.000. Pero hasta octubre de 2022, las exportaciones desde nuestro país ya han crecido un 15,1% respecto al mismo periodo de 2021. No todo son buenas noticias La situación del sector español, con la apertura a Francia y los pequeños huecos que la falta del combustible ruso han proporcionado a la industria del pellet, es prometedora.
No obstante, también existen trabas que pueden resultar insalvables. La primera es la dependencia que España tiene del pellet portugués y que, según Hernández, asciende hasta un 20% del total consumido en todo el país. Aunque el volumen de exportación al país vecino es importante y aumenta cada año, el nivel de transacciones a la inversa también ha crecido en los últimos meses. Este fenómeno es más frecuente en aquellas comunidades que más producto venden al extranjero.
Así, en Andalucía, Castilla y León y Galicia se quedan unas 51.468 toneladas de pellet portugués, lo que supone un 91,2% del total nacional que llega desde el país vecino. Además, la cantidad importada en el último año, hasta octubre, ha crecido un 31,9% respecto al mismo periodo del año anterior. En segundo lugar, la pandemia y la subida de los precios desde finales de 2021 también han afectado considerablemente al sector. Con una capacidad máxima de dos millones de toneladas al año, la producción real de pellet no ha alcanzado las 800.000. Otro dato que habla del estado del sector es que, entre 2020 y 2021, el número de fábricas de pellets pasó de 85 a 75, según cifras de la Asociación Española de la Biomasa (Avebiom). "En otoño de 2021, fecha previa a la guerra, los costes de producción comenzaron a dispararse, hasta multiplicarse por 10 en algunos casos" "Ya en otoño de 2021, fecha previa a la guerra, los costes de producción comenzaron a dispararse, hasta multiplicarse por 10 en algunos casos.
Muchas empresas tenían contratos a largo plazo con muy buenos precios y tuvieron que romperlos", cuenta el secretario de Apropellets. A esto añade que la crisis del covid hizo que los flujos de entrega de materias primas a las empresas productoras se ralentizaran de forma sustancial, debido a los paros realizados hasta finales de 2021 en el sector maderero. Aunque estos factores crearon tensión la pasada temporada, el final dio un giro inesperado: la mayoría de los productores seguían conservando bastante excedente de pellets al acabar el ciclo. Solo el veto de la UE a los productos rusos y el miedo a una crisis energética hicieron salir el sobrante hacia otros países europeos. Sin embargo, este 2023 cuenta con un riesgo añadido para el sector. Los niveles de almacenamiento de gas, tras una campaña de los Veintisiete dedicada a contrarrestar el posible corte total del flujo de este combustible por parte de Rusia, se encuentran en niveles cercanos a los máximos históricos y los precios ya son inferiores a los de antes de la guerra. Esto, sumado al clima excepcionalmente cálido que ha marcado el inicio de este año, hace que el consumo de pellet como sustituto para la calefacción pierda atractivo. "Este año estamos preocupados por si nos va a sobrar producto. La temporada, sobre todo climatológicamente, no acompaña al consumo de pellet. Aunque aquí haga todavía más calor que en otros países, a nivel europeo las temperaturas medias son también muy elevadas, si se comparan con otros años", concluye Hernández. Fuente: El Confidencial: 9/01/2023